martes, 18 de diciembre de 2012

García Ramos en el Museo de Sevilla: El valor del equipo

Hoy el museo de Bellas Artes de Sevilla conmemora el centenario de la muerte de José García Ramos (1852-1912) uno de los artistas más polifacéticos y bisagra entre el siglo XIX y el siglo XX para la pintura sevillana. Ilustrador, dibujante, grabador, pintor, artista que hunde sus cimientos en el romanticismo pero que, practicando un costumbrismo, consigue crear y recrear los tópicos de una ciudad con una técnica bien depurada aprendida en París y Roma al hilo de las enseñanzas de Eduardo Cano y José Jiménez Aranda como señala Rocío Izquierdo en su introducción.
Su influjo fortuniano se percibe con claridad en sus plumillas y en algunas obras la concomitancia con el Sorolla romano encuentra también un eco o caldo de cultivo formidable. Pintor de la sociedad, de la luz y de los paisajes y paisanajes que retratan la idiosincrasia de Sevilla, la exposición nos sumerge en las tradiciones, fiestas y verbenas que retratan las costumbres y la sociedad con una técnica refinada que, como una esponja, se empapa de la tradición pictórica hispánica. Nombres como los de Goya, Fortuny y Sorolla se adivinan sin dificultad detrás de sus lienzos: Entrando a matar es un claro homenaje a las hojalatas goyescas, Baile por bulerías coincide con soluciones del Sorolla romano, aunque esta obra es de 1884 y Sorolla viaja a la ciudad eterna a partir del año siguiente, y la plumilla del Anciano de pie y sobre todo la del Hombre con casaca y sombrero, surgen al albur de lo visto en los modelos furtunianos. Sin embargo García Ramos no solo fue un pintor de costumbres andaluzas y, como señala Ignacio Hermoso en el catálogo de la exposición, también retrató a los tipos sociales y personajes callejeros pintorescos que reflejan a una sociedad compleja que pudo verse y releerse gracias a su actividad como ilustrador de revistas como la Ilustración Española y Americana. Una exposición hecha desde dentro del museo y coordinada por el conservador Fernando Panea Bonafé que ha servido para restaurar obras de gran singularidad como los carteles de las Fiestas de Primavera propiedad del Ayuntamiento de Sevilla y que han sido restaurados gracias a la colaboración del Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla donde se conservan estas obras.
Esta exposición es buena prueba de lo que se puede hacer desde los museos andaluces cuando se hace labor de equipo y se tira del fondo de armario investigando y difundiendo lo que el museo contiene y que no estaba accesible al público visitante. Por esta razón se han identificado una serie de dibujos del artista que habían sido firmados por Gonzalo Bilbao en un intento de ayudar a la viuda de García Ramos tras su muerte, lo que da idea de la fama y fortuna del pintor de las cigarreras. Este proyecto expositivo, por tanto, quizás refleje el momento en el que el Museo de Bellas Artes de Sevilla goza de mayor cohesión interna gracias a la dirección de Valme Muñoz. Y es de agradecer que los técnicos y conservadores hayan entendido que el mejor camino para ganar peso científico, es demostrarlo desde dentro, porque como dice Ignacio Cano en su texto en referencia a García Ramos, aunque costumbrista, siempre con Sevilla de fondo.

martes, 4 de diciembre de 2012

El inquisidor Sebastán de Huerta: Un posible Velázquez redescubierto por Carmen Garrido

Redescubierto en una colección particular alemana, se encuentra en estos momentos en estudio en la Alte Pinakothek de Munich donde lo ha analizado Carmen Garrido. Publicado por August L. Mayer y por José López Rey, como tantas obras atribuidas y descartadas, son ahora revisadas bajo estudios radiográficos y reflectografías infrarrojas como la que publicamos cedidas por la revista Ars Magazine. El lienzo representa a Sebastián García de Huerta (1576-1644), Capellán de la Iglesia de Santo Domingo el Antiguo de Toledo desde 1590, Notario Apostólico de la Catedral de Toledo, Secretario del Arzobispado de la misma ciudad, Licenciado en derecho por su universidad en 1615, fue nombrado Secretario del Supremo Tribunal de la Inquisición el 12 de diciembre de 1616 y secretario de Felipe III y Felipe IV en el Real Consejo Supremo de la Santa Inquisición. Carmen Garrido lo estudia en exclusiva en la revista Ars Magazine.
El estudio de la obra supone una nueva aportación y un motivo más para la reflexión y el interrogante de la pintura del sevillano antes de iniciar su primer viaje a Italia, si realmente se tratara de su mano, aspecto que no acertamos a ver del todo. La fecha de 1628 parece que puede ser la probable en virtud a las analogías con el Infante Don Carlos y sobre todo con los retratos de Felipe IV pero la calidad no es la misma. La aparición de una tela reaprovechada con la imagen de la Virgen de la Soledad no deja de ser interesante por el uso de un tela de la época.
Sabemos además por Antonio Ponz que están documentados al menos dos retratos del inquisidor Huerta en la Guardia. Uno en colección particular -probablemente el original y que se vendió en 1929 y que podría vincularse con la presente obra- y una copia del mismo en la Sacristía de la Iglesia de la Guardia hasta su destrucción en la Guerra Civil, pero del que se conservan antiguas fotografías. Esta es la razón por la que se identificó al retratado. Todo un redescubrimiento pues, que viene a poner un punto y seguido en los estudios velazqueños. No oculto que el rostro está algo barrido pero que los fondos de tonalidades verdosas y grisáceas son bien características aunque no de las calidades acostumbradas. Le falta pasta pictórica y es algo duro pero debe tratarse dentro de las pinturas que han de seguir dando que hablar. Buena aportación de Carmen Garrido, a punto de su jubilación como Jefa del Gabinete Técnico del Museo Nacional del Prado.